Conferencias

CONFERENCIA CIRUJANO MANUEL BASTOS ANSART (Cirujano aragonés pionero en la lucha contra la infección)

Inicio del acto

Asistimos el pasado día 19 de octubre de 2018, en la capital aragonesa, a una interesante conferencia titulada CIRUJANO MANUEL BASTOS ANSART, impartida por el Doctor Luis Arcarazo García, Coronel Médico, Jefe de Sanidad de la Academia General Militar de Zaragoza.

Conferencia que se enmarcaba dentro del «III Ciclo de Conferencias Médicos en el olvido» declarado de interés científico por el Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza.

Contaba el ciclo con la participación de las siguientes personalidades: Dr. Fernando Solsona Motrel, Presidente del Ateneo de Zaragoza y Ex-Presidente de la Academia de Medicina de Zaragoza; Dr. Julio Rivera Rocamora, General Médico, Ex-director del Hospital General de la Defensa «Orad Gajías» de Zaragoza; Dr. Pascual Soler Alcubierre, Coronel Médico, Ex-Jefe de Cirugía del Hospital General de la Defensa «Orad Gajías» de Zaragoza; Dr. Javier Ascaso Puyuelo, Jefe del Servicio de Oftalmología del
Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, de Zaragoza; Dr. Manuel Morell Rodríguez, Presidente de la Fundación Luminium, Ex-Jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital General de la Defensa «Orad Gajías» de Zaragoza.

La conferencia fue organizada por la Fundación Luminium y tuvo lugar, a partir de las 19.00 horas en el Centro Joaquín Roncal CAI-ASC, con gran afluencia de publico.

Doctor Manuel Morell

Entre los numerosos invitados pudimos ver al Delegado de Defensa en Aragón, Coronel Félix Allo Flores, y al General de Brigada (R) Jesús Rubio Izquierdo, anterior director del Hospital General de la Defensa en Zaragoza, así como miembros de varias asociaciones vinculadas con las Fuerzas Armadas, como la Asociación de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad ACIME, o los Reales Tercios de España, entre otras.

Colaboraron en esta iniciativa: arba consulting; ANGELINI; Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza; Fundación CAI-ASC; Hospital General de la Defensa en Zaragoza, y PROYECTOS & PERSONAS.

Se inició el acto con la presentación de la conferencia a cargo del Dr. Manuel Morell, con estas palabras iniciales: «Ahora que estamos con la memoria histórica, no está de más que también en el ámbito médico, que es nuestro caso, recordemos a grandes profesionales que son ejemplo y como tal debería enseñarse no solo en la Facultad de Medicina sino también en los institutos, porque su vida fue de película y si fueran americanos tendrían su película correspondiente«.

«Quiero expresar agradecimiento a la CAI Acción Social Católica, por cedernos este extraordinario local, a su directora Blanca Carvajal, al Hospital Militar, que nos ampara institucionalmente, y al Colegio de Médicos que por tercera vez declara de interés científico estas jornadas«.

Dijo luego que, siguiendo lo que es costumbre en estos actos culturales de Luminium, se haría una pequeña introducción sobre algún tema sanitario, que en esta ocasión versaría sobre Salud Visual.

A continuación explicó que la Fundación Luminium es un corazón que surge a raíz de un grupo de médicos y enfermeras que habían trabajado durante mucho tiempo en el Hospital Militar de Zaragoza, que habían seguido manteniendo contacto después de muchos años y que decidieron crear una fundación para hacer actividades solidarias y culturales, de investigación y de formación en el área de Salud Visual.

En España, desgraciadamente, no hay nada en cuanto a formación en Salúd Pública y por supuesto, en este caso, en Salud Visual, salvo algunos colectivos que sí lo están haciendo pero con intenciones e intereses que , a veces, no son muy altruistas.

En este caso estamos ante una asociación cultural que promueve, entre otras actividades, el ciclo de conferencias «Médicos en el Olvido» que alcanza ahora su tercera edición.

El primer año el Doctor Pac nos habló sobre Fidel Page, un aragonés de gran prestigio, descubridor de la Anestesia Epidural., y se habló también del Doctor Balmis, que hizo aquella gran epopeya de la vacunación contra la viruela en el siglo XIX.

En el segundo año el Doctor Cortina nos habló de Urbano Oraz, zaragozano, un gran héroe nacional, condecorado por defender a sus heridos en la Guerra de Cuba, y el Profesor Fernando Solsona nos habló de Santiago Ramón y Cajal, en su vertiente más humanística y literaria.

En esta tercera edición se tocaba la figura del Doctor Manuel Bastos, cirujano aragonés pionero en la lucha contra la infección, y del Doctor Gómez Ulla, cirujano, científico y humanista, de reconocimiento internacional.

Después de recordar que el pasado día 11 de octubre fue el Día Mundial de la Visión, nos dijo Manuel Morell que se está investigando en torno a la Pandemia de Miopía Infantil, y nos mostró varios artículos de diferentes medios de comunicación social, que abordan este problema mundial y que transmiten el mensaje de que jugar en la calle es la medicina para evitar la miopía infantil.

Publicación del periódico El Mundo

Una miopía que se sitúa en torno al 12% en niños de tres años y que alcanza el 40% en niños de seis años. Es tal la explosión que tiene esto y el aumento tan importante que, internacionalmente,se le ha dado el nombre de Pandemia Mundial de Miopía Infantil aunque no haya ningún virus de por medio.

Los efectos de la miopía infantil precoz llevan al cansancio. Los niños se cansan, tienen alteración en lectoescritura, tienen déficit de atención e hiperactividad. El niño que está cansado y no atiende está incordiando, moviéndose, tocándolo todo. Son efectos que contribuyen al fracaso escolar y que generan un problema social.

Esto nos lleva a otro plan emergente que es lo que se llama el Transtorno de Atención e Hiperactividad, hoy convertido en un auténtico fenómeno relacionado con la visión, que estamos convencidos de que se debe, no a que los niños sean malos sino, porque están fatigados visualmente.
Es un problema sanitario de primer orden, un problema social, psicológico, y es un problema sobre todo lo que se está haciendo con ellos que es empastillarlos, darles pastillas para que estén tranquilos. ¡Qué ocurrirá con esos niños cuando pasen los años? ¿serán dependientes de pastillas?.

Lo que podemos hacer frente a eso es educar en el uso racional de las pantallas. No podemos renunciar a ellas porque ya son imprescindibles hoy y lo serán cada vez más, pero hay que racionalizar su uso y el de los medicamentos. El descanso es fundamental, la luz, la alineación, el tiempo de uso diario, que no sabemos con exactitud cuál es, pero de lo que no cabe duda de que más de media hora trabajando con una tablet es algo que no se debe hacer.

El problema es que se han introducido en la enseñanza. Hay colegios sin libros ni pizarras. Todo se ve en la pantalla, y no sabemos qué pasará, si esto es avanzar, o no. Profesores de clases digitalizadas han confesado que el rendimiento escolar ha bajado sustancialmente. Una pantalla no es el medio natural de leer, pero se utilizan como una modernidad y como un logro a conseguir.

Hay grandes estudios, sobre todo en países orientales, donde se han dado cuenta de que, en los niños que juegan un mínimo de dos horas al día, dos o tres días a la semana, el índice de miopía se reduce exponencialmente, llegando incluso a no aparecer si juegan todos los días en la calle.

Lo triste es que no se está haciendo nada, excepto en la prensa, donde constantemente están apareciendo mensajes al respecto, pero fuera del entorno médico. No hay nada en el ambiente sanitario y mucho menos en el público.

Nos mostró un cartel publicitario, visionado el día anterior, inadmisible en un colegio público de Zaragoza, donde se ven a unos niños con su cartillita, en el que una asociación ofrece la posibilidad, a nivel nacional, de conectarte a una página Web que te indica cuál es el centro especializado en niños más cercano a tu casa para poner recurso a los ojos, a cambio de que te vayas con un regalo de Disney.

Lo curioso del caso es que aparece con un logo del Ministerio de Educación, y a este respecto el Doctor Morell nos dijo: «Sobre esto vamos a poner en marcha una información para que el Colegio de Médicos lo sepa, porque si están utilizando el logo del Ministerio de Educación para una revisión sanitaria en entornos no médicos, tiene que ser conocido por el Colegio de Médicos. Y si esto es así, que el propio ministerio está impulsando el proyecto de esa manera, hurtando la propia medicina pública, creo que también es bastante grave«.

A continuación intervino el Doctor Javier Ascaso Puyuelo, Jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, para hacer la siguiente presentación del ponente:

El Doctor Arcarazo nació en Barbastro, estudió medicina familiar y comunicativa y se doctoró en Medicina, también por la Universidad de Zaragoza, con una tesis doctoral sobre la Asistencia Sanitaria Pública en el Aragón Rural en el siglo XVII y XVIII, y las condiciones sanitarias de Barbastro en aquella época.

Además de Doctor en Medicina, es médico del Cuerpo Militar de Sanidad, y es actualmente Jefe de Sanidad de la Academia General Militar de Zaragoza.

Doctor Javier Ascaso Puyuelo

Ha publicado numerosos libros como primer autor y a colaborado en otros muchos como coautor. Ha recibido una serie de premios entre los cuales podemos citar:

Premio Caballero Laureado Coronel Médico Don Urbano Orad y Gajías, concedido por el Hospital Militar de Zaragoza, en junio de 2000;

Premio Literario de la Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza, del año 2004; Premio Fidel Pages, al trabajo La Asistencia Sanitaria en Zaragoza desde el siglo XVIII en los Hospitales Militares.

Seguidamente, tomó la palabra el Doctor Arcarazo para hacer a su vez una breve reseña biográfica inicial del Doctor Bastos Ansart, que nació en Zaragoza el 22 de julio de 1887 y murió en Barcelona en 1973. Era hijo del Coronel de Infantería, Atilano Bastos Dueñas y su madre era Luisa Ansart.

Realizó en Zaragoza sus estudios, incluídos los de medicina, que terminó en 1907 con Premio Extraordinario. No dejó pasar mucho tiempo, opositó a la Sanidad Militar, y el 30 de septiembre estaba en Madrid, en la Academia Médico Militar, que es como se llamaba entonces, para formarse durante un año. En 1908 salió como médico segundo y lo destinaron al Hospital de Madrid Carabanchel como ayudante de laboratorio de Clínica Quirúrgica.

Doctor Luis Arcarazo García

Al doctor Bastos le tocó vivir, trabajar, y ejercer la medicina, en un período que se denomina Etapa de las Enfermedades Infecto-Contagiosas Crónicas, que va de finales del siglo XIX a mediados del siglo XX.

Es un período de una medicina ya científica, efectiva, lo que no había sido hasta ese momento. La medicina había sido el empirismo, el galenismo, y una serie de teorías que no se atenían a la realidad, con lo cual la medicina no era útil y muchas veces era hasta peligrosa. Pero a partir de finales del siglo XIX la medicina científica empieza a ser útil. En farmacología, hasta ese momento, se habían utilizado cantidad de productos químicos de forma empírica, sin saber si iban bien, si iban mal y para qué servían. Los médicos utilizaban muchísimos productos sin saber si les iban bien, o no, a los enfermos.

A finales del siglo XIX empieza a haber productos farmacéuticos específicos, por ejemplo la aspirina, el ácido acetilsalicílico, estudiado por Adolf Baeyer en 1916, que ya se sabe cómo funciona y para qué sirve. Después el Salvarsan y el Neosalvarsan, las sulfamidas, descubiertas en 1935 por Gerhard Domagk, que es el primer descubrimiento que realmente sirve para aplazar las infecciones que en aquel momento causaban estragos. Alexander Fleming, en 1940, descubre la penicilina con lo cual ya cambiamos de época y entramos en la época de los antibióticos.

La cirugía había avanzado muchísimo, siempre fue por delante de la medicina. La cirugía era útil cuando la medicina no era más que una colección de sacamuelas. Estaba muy limitada por el tema de la anestesia, pero en el momento que se descubre y se utiliza el éter y el cloroforma los cirujanos ya pueden actuar en las tres cavidades, el cráneo, el tórax y el abdomen, con lo cual cuando él empieza a ejercer es una medicina ya muy avanzada y positiva.

Dijo el Doctor Arcarazo que la biografía de Ansart es muy complicada y que había tenido que recurrir a su hoja de servicios para utilizarla como guía de su presentación.

En 1909 comienza la Guerra de África y hay que movilizar al Ejército porque las guarniciones del norte de África son muy escasas, con lo cual hay que empezar a enviar batallones expedicionarios a los que hay que dotar de un médico porque se iban a la guerra. A Manuel Bastos lo destinan forzoso al Regimiento del Rey nº 1, que estaba en Leganés. Embarcan en ferrocarril en Madrid y llegan al puerto de Málaga. Allí embarcan en el vapor León XIII hasta Melilla, y a partir de ese momento, directamente, entran en combate.

Bien es verdad que eran unos combates muy relativos porque lo que practicaban los rifeños era la guerrilla, emboscadas, y ataques nocturnos, lo cual era mucho peor porque siempre nos cogían por sorpresa.

El Doctor Bastos se encuentra en un territorio terrible, hostil, desértico, e inmediatamente entran en combate. Ellos se desplazan a muchos sitios, haciendo marchas y contramarchas, y en todos ellos van a tener, enfrentamientos con los rifeños, y heridos. Vean.

El 24 de agosto salió con el Regimiento hacia el Zooco-El-Arbaa, prestando ayuda a sus dos primeros heridos.
El 31 estuvo en el combate de Arkeman.
El 6 de septiembre en el combate de Mayen-Bu-Dist
El 24 tomaron el monte Tanima y la alcazaba de Zeluán

Evacuación de heridos en artolas

El día 12 de octubre asistió al combate en las huertas de Nador, siendo herido cuando se encontraba curando a varios heridos.

Manuel Bastos, siendo un médico tan moderno y tan joven recibe, ya de primeras, dos cruces rojas al Mérito Militar por diferentes actuaciones, lo cuál no era muy normal que ocurriera en el plazo de dos meses.

El 1 de mayo de 1910 aquel regimiento es relevado y vuelve a embarcar, esta vez en el Almirante Lobo, uno de los barcos que tenía el Ejército para el transporte de tropas, barcos normales, sin defensas. Vuelven a Málaga y luego a Madrid.

El material que utilizaban los médicos de campo era muy escaso. Utilizaban unos carros tirados por caballerías y uno de ellos era el puesto de socorro. En aquel carro llevaban una tienda de campaña y también los famosos cestones de batallón. Las evacuaciones de heridos tenían que hacerlas a golpe de mulo, en camillas donde el enfermo iba tumbado, y en artolas donde el enfermo iba sentado.

Puede que este sistema de evacuación solo sirviera para rematar a los heridos porque, realmente, poner a un herido con un disparo en el tórax, en el abdomen, o en el cráneo, en un medio así, equivalía prácticamente a rematarlo. Decían que los únicos que sobrevivían eran los que recibían disparos en las extremidades, porque se podían hacer torniquetes, y hemostasias. Estas evacuaciones duraban horas y horas, y las artolas todavía estaban en servicio, en San Sebastián, cuando nuestro ponente estuvo destinado allí.

El Doctor Ansart se dio cuenta de la falta de recursos y conocimientos para hacer frente a aquellos heridos y, después de esta primera etapa de 9 meses, vuelve a Madrid y se dedica a aprender todo lo que puede porque sabía que no tardaría en volver.

En 1911 asciende a Médico Segundo, lo que hoy sería un Capitán Médico, y ya, directamente, lo vuelven a mandar a Ceuta. Esta vez tiene suerte porque en Ceuta lo que le dan es el mando del Hospital Militar de Alhucemas, en los peñones, que al estar separado de la costa no era fácil que los rifeños lo atacaran. Lo que sí llegaban constantemente de la costa eran heridos que tenían que atender en aquel hospital, y estando Ansart en él recibe una cruz blanca al Mérito Militar porque, parece ser, que cuando estuvo en Melilla, dos oficiales y un sargento cayeron al agua, en el puerto, y él participó en el rescate.

Al poco tiempo, en enero de 1912, regresa a Madrid, le dejan un poco de tiempo para que se recupere pero en 1913 está otra vez en Ceuta, otra vez con un batallón expedicionario, otra vez entrando en combate, otra vez con aquellas marchas y aquellos convoyes. Se refirió el Doctor Arcarazo a un artículo titulado, «La necesidad obliga» donde se habla de cómo los cirujanos tenían que improvisar una mesa de quirófano con una mesa de cocina, o improvisar la luz con quinqués y candiles. Disponían de tan poco instrumental que, entre una intervención y otra tenían que esterilizarlo.

Destaca que todos estos médicos empezaron a utilizar una técnica, que es la cura oclusiva, pues era la única solución que había para los heridos que tenían que evacuarse. La cura oclusiva consistía en que, cuando llegaba un herido se le limpiaba la herida, se hacía hemostasia, se le taponaba y se le evacuaba. Este sistema se fue generalizando con todos los médicos que estaban en África.

Hay que tener en cuenta que no tenían hospitales cerca, los hospitales estaban en Ceuta, Melilla, los hospitales estaban en las ciudades y no había puestos quirúrgicos avanzados, con lo cual la solución era taponar y evacuar.

Manuel Bastos, con su experiencia, debió pensar en todo esto y la necesidad de empezar a cambiarlo. Cuando regresa, en 1913, a Madrid, le van a dar el mando de la Clínica de Urgencias.

Era un médico muy moderno para ser el jefe de Urgencias pero es que él tenía una experiencia que seguramente no tenía ninguno de los médicos que estaban en Madrid Carabanchel.

Además hay que decir que ya es un hombre famoso. El Rey Alfonso XIII se pone en contacto con el porque se necesita tratar a un amigo suyo, el Marqués de Aranda, que tenía una infección gravísima en un brazo y los cirujanos del momento le habían dicho que había que amputar.

El Doctor Bastos lo trató, con éxito, y entonces el rey lo nombró Médico de la Real Casa y Patrimonio, donde estuvo hasta el año 1928.

Es un hombre conocido que enseguida empezó a publicar.

Doctor Manuel Bastos Ansart

Se dedica a preparar unas oposiciones y saca el número 1 para ser profesor auxiliar de Patología Quirúrgica en la Facultad de Medicina de Madrid. Para poder compatibilizar aquel cargo, solicita pasar a la situación de Supernumerario, que era algo parecido a nuestras excedencias actuales, pero con la condición de que si las necesidades del servicio lo requerían, él se tendría que incorporar. Aprovechó para estar de Supernumerario de 1926 a 1931, siendo profesor de Cirugía en la Universidad de Madrid, y preparando sus cosas.

El año 18 se casa con una sobrina suya, Consuelo Bastos, con la que tuvo cinco hijos, y el 21 vuelve a opositar y consigue una plaza de Médico Numerario de la Beneficencia General en el Hospital de la Princesa, de Madrid. Además quiere ampliar sus estudios y se va a Alemania, y está en Berlín, aprendiendo cirugía y sobre todo lo que a él más le llamaba la atención, que es la traumatología. Pero estando en Alemania recibe una notificación urgente de incorporación inmediata porque de nuevo estamos en guerra en el norte de África.

No estábamos en guerra, era muchísimo peor. El general Silvestre, animado por Alfonso XIII, se metió en una aventura expedicionaria, desde la Comandancia de Melilla, que fue un desastre, «El Desastre de Annual», con miles de muertos y un número indeterminado de soldados desaparecidos, algo horroroso, un desastre sin paliativos. De hecho los rifeños llegaron a las puertas de Melilla y la población civil ya quería abandonar la ciudad. Citó Arcarazo el testimonio de quienes recordaban a su familia hacer las maletas con lo imprescindible y salir corriendo hacia el puerto a esperar que viniera algún barco a buscarlos, que por cierto no llegó ninguno.

Bastos se incorpora urgentemente y lo nombran Jefe de un equipo quirúrgico que se desplaza a Málaga. Había una red de hospitales civiles, sobre todo en el sur de la península, que se dedicaban a recoger a los heridos que venían de África. Hay que imaginarse una evacuación de todo un día, en artola, hasta llegar a Melilla, aguardar muchas horas, subir a un barco sin asistencia sanitaria, y realizar el trayecto en vapor de Melilla a Málaga, donde les veía el primer médico.

Allí, en el hospital civil de Málaga, en la planta primera, ellos crean lo que se llamaba el Hospital Base de Málaga, que va a estar especializado en el tratamiento de fracturas abiertas. El Doctor Bastos y su equipo están allí, tratando heridas siempre infectadas, heridas terribles, que normalmente terminaban con la amputación de algún miembro.

Bastos ya estaba preocupado por el qué sería de aquellos chicos amputados que volverían a su pueblo sin una pierna, sin un brazo, sin las dos piernas…
Bastos empieza a darle vueltas al asunto y quiere especializarse en ortopedia para los veteranos.

Estuvieron como un año en Málaga y en junio de 1922 vuelve a Madrid Carabanchel y asciende a comandante, porque ya se han cambiado los empleos militares y rigen los de las Armas. Además se acababa de crear la Clínica Ortopédica y Reeducación de Inválidos, que dependía del Hospital Militar, y a Bastos lo destinaron a esa clínica, seguramente porque él lo pidió, y allí se puso a trabajar.

Al año siguiente, estando allí, otra vez lo envían a Melilla, al grupo de hospitales de Melilla, con su equipo quirúrgico, porque cuando se acumulaban los heridos en los hospitales de Melilla y no daban abasto para trasladarlos a la península, mandaban equipos quirúrgicos.

Aquellos equipos salían de Madrid Carabanchel en tren hasta Algeciras y luego cruzaban el estrecho, y aquellos equipos tenían mucha movilidad.
Bastos sigue rumiando que la sanidad militar no era útil, tal y como se hallaba concebida en aquel momento, y empieza a preparar propuestas de modernización. Luego veremos que, efectivamente, en 1933 es cuando las especialidades médicas en el Ejército, en Sanidad Militar, se reestructuran definitivamente y entonces ya lo vemos como Vocal en un Tribunal de Oposiciones para alumnos que querían hacer cirugía.

Empieza a asistir a congresos, porque es la forma de intercambiar información, y en su hoja de servicios hay cantidad de anotaciones sobre esto. El primero que recogemos es en Sevilla, Congreso de Ciencias Médicas. Al mismo tiempo empieza a colaborar y se pone a las órdenes del Doctor López Durán, porque se quiere especializar en patología ósea y cirugía ortopédica, y de hecho publicó algún trabajo con él.

No contento con esto sale al extranjero, a Francia, Suiza, y Alemania, para especializarse. En este momento es su época más internacional, donde sigue asistiendo a congresos, primero como alumno y luego como ponente pues lo empiezan a llamar por el prestigio de sus publicaciones. Lo invitan a las Jornadas Médicas de Bélgica y, lógicamente, tuvo que pedir autorización oficial, y apuntó en la hoja de servicios lo siguiente: «y teniendo en cuenta el honor y prestigio que representa, no solo para el Cuerpo de Sanidad Militar sino para el Ejército, el que un cirujano español lleve su representación a tan importante certamen, se acepta tan cortés y honroso ofrecimiento«.

Quiso el Doctor Arcarazo que viésemos dos radiografías publicadas en un libro de traumatología, rescatado por él mismo del Hospital de San Sebastián, cuando lo estaban cerrando, y los libros corrían riesgo de acabar en la basura.

Radiografías de impactos de bala en fémur y tibia

En la imagen de la izquierda se aprecia un proyectil de fusil, de 7 mmm, que ha impactado con muy poca fuerza en un soldado y ha quedado incrustado en el fémur. En la imagen derecha se aprecia cómo un proyectil, llegado con toda su fuerza, al chocar con hueso lo ha estallado y ha dejado una fractura con minuta al atravesar la pierna.

En el año 1931 las elecciones municipales las ganan los republicanos, el rey se exilia y llega la República, que desconfía mucho de los militares porque era un grupo homogéneo de gente adicta al monarca como correspondía en aquel momento. Entonces les dijeron que el que quisiera seguir en activo tenía que jurar fidelidad.

El Doctor Bastos jura fidelidad como todos los médicos aragoneses de aquella época, y lo confirman en su destino. Además lo nombran Director de la Clínica de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Instituto Rubio. Así pues, en Madrid está con su trabajo como médico militar pero se le permite trabajar en la calle y además se le nombró vicepresidente del Consejo del Patronato del Instituto de Reeducación Profesional.

Es decir está metido en todo lo que es la traumatología y la ortopedia, y sobre todo en la recuperación de este tipo de pacientes. Está permanentemente en congresos, en Rosario, en la Argentina, lo vemos en la Liga Internacional contra el Reúma, vuelve a la Argentina, después está en El Cairo, es un hombre que se mueve muchísimo.

Había un grupo de médicos militares que eran conscientes de que aquella Sanidad Militar estaba anclada, seguramente, sobre parámetros del siglo XIX, y seguían dándole vueltas al asunto, y está claro que todo lo que ocurrió en África, en los años 20, había sido un toque de atención alertando de que la situación podía empeorar. Por otra parte, el Doctor Bastos se quejaba de que toda la experiencia que se había acumulado como consecuencia de la guerra del 14, toda la experiencia de los médicos, cirujanos, y traumatólogos, no llegaba a España convenientemente. Muy seguramente porque no había autores que tradujeran aquellos libros ingleses, franceses y alemanes, pero era una experiencia que había revolucionado las sanidades militares de toda Europa, y aquí en España
seguíamos con manuales del siglo XIX.

Hospital de campaña en África

Bastos publica constantemente que, en el caso de que entrásemos en guerra, la Sanidad Militar de aquel momento se desbarataría completamente y se desorganizaría porque no era efectiva.

Y desde luego que había que dar alguna formación a aquellos médicos militares de cuerpo para que fueran médicos de Unidades tipo Batallón o Regimiento, que iban permanentemente de un conflicto a otro y había que prepararlos en cirugía de guerra. Gómez Ulla era teniente coronel, y Manuel Bastos comandante. Los dos estaban en el Hospital de Madrid Carabanchel, los dos tenían mucha experiencia en África y los dos seguían maquinando cómo mejorar la situación de los equipos quirúrgicos. Había una cosa que la guerra del 14 había dejado bien clara y es que la cirugía no puede estar en los hospitales, la cirugía tiene que estar muy cerca del frente porque es la única forma de salvar la vida a los heridos. Mientras la cirugía estuviese a 200 kilómetros no haríamos nada, pero en España eso todavía no estaba muy claro.

Gómez Ulla y Martín Santos ya redactaron unas instrucciones generales para el Servicio de Cirugía, método general de tratamiento, hemostasias, primeros auxilios a los fracturados, heridos en los ojos y normas de evacuación.

Ellos van a precisar, a protocolizar los tratamientos para que la gente supiera lo que tenía que hacer. Por ejemplo no evacuar a enfermos graves o infecto-contagiosos. Señalan que las evacuaciones las indique siempre un cirujano, y vayan acompañadas de vigilancia sanitaria, insistiendo sobre todo en la clasificación. No pueden evacuarse todos los enfermos y heridos al mismo hospital porque ya hay hospitales con diferentes especialidades.

El Doctor Bastos insistía muchísimo en que la primera cura es la que salva la vida del herido. La primera cura no es poner un apósito o hacer un torniquete, es limpiar la herida, es hacer hemostasia, es taponarla y poner al herido en condiciones de evacuación.

Recordaba el Doctor Arcarazo experiencias vividas en la década de 1990, en las misiones internacionales en el extranjero, y citó una del Doctor José Antonio Cuenca Campillo. Se incorporó en Almería donde se estaba formando una agrupación de legionarios y paracaidistas con destino a una misión, de la mano de la ONU, a Bosnia, Mostar. Al llegar allí se dio cuenta de que los Médicos de Cuerpo, que iban a participar en la misión, habían ido con los famosos Cestones de Batallón, que son del siglo XIX, pero que era lo reglamentario y era lo que había. Entonces él comenzó a hacer informes y más informes, y consiguió movilizar el EMARSU, que era el de Álvarez Leyva, una estructura sanitaria particular que se había empezado a utilizar porque era transportable y era quirúrgica. Cuando él consigue convencer al Coronel Zorzo, y avisarle en su momento de que había que movilizar al EMAR, le dijeron que muy bien, que muchas gracias, pero lo relegaron a Zaragoza. Pero aquella Agrupación partió con el EMAR.

El Doctor Juan Ramón Campillo también insistía mucho en que los médicos de cuerpo que estaban yendo a las misiones, lo hacían sin conocimientos de cirugía. En el año 2000 publicó en la revista de Sanidad Militar un artículo diciendo que había que darles preparación, y dice, «aún costó cinco años que se organizara un pequeño cursillo de una semana sobre Soporte Vital Avanzado y traumatismo de combate, que no era suficiente para lo que realmente se iban a encontrar«.

Siguen pasando los años y en 1934 se produce la Sublevación de Asturias y hay que enviar unidades militares para contener a los mineros.

Bastos está en Carabanchel, recibiendo convoyes de ferrocarril con heridos, que vienen de los combates con los mineros, por armas de fuego y, sobre todo, por granadas y dinamita.

Recibía heridos gravísimos y decía, «todos tratados incorrectamente, todos infectados«. En aquel momento empieza a utilizar la cura oclusiva con el yeso Tobruck, que consistía en limpiar la herida, rellenarla de gasa vaselinada, ponerle un yeso e inmovilizar.

Hospital Sueco – Noruego

El Doctor Bastos, con la información que había adquirido en el hospital de Málaga con los fracturados abiertos y con lo que le llegaba de Asturias, publica, «Heridas por armas de fuego en articulaciones», que era especialmente complicado el tratamiento de heridas articulares.

Dos años después empieza la Guerra Civil. Bastos se halla en Madrid, va a San Sebastián y allí está operando en el Hotel Londres, que es donde se organizó un hospital de sangre. Pero los nacionales enseguida se acercan y huye a Francia, vuelve a entrar por Cataluña y de nuevo vuelve a Madrid.

Allí se encuentra que el hospital de Carabanchel, un gigante con mil enfermos, se halla muy cerca del frente y lo tienen que trasladar al Hotel Palace, donde ocupan todo menos la primera planta que era un Cuartel General. Al Hotel Palace se le denominó Hospital Militar Quirúrgico nº 1. Bastos permanece allí hasta el año 37 en el que lo comisionan para ir a Alcoy, porque allí se ha abierto un hospital sueco-noruego. Trabajadores suecos y noruegos habían hecho unas colectas de dinero para comprar equipo sanitario y le ofrecen al Gobierno de la República abrir un hospital quirúrgico, en España, con quirófano, rayos X, ambulancias y personal.

A la República le parece estupendo y decide llevarlo a una retaguardia segura, que es Alcoy. Va allí solo y empieza a trabajar en este hospital dirigido por el médico noruego Kristian Gleditsh, donde permanece una temporada. El hospital tenía inicialmente 100 camas, que van aumentando hasta 800, porque debían de recibir heridos del frente de Aragón y seguramente de la zona centro.

En un momento determinado el personal extranjero vuelve a su país y le ofrecen a Bastos ser el director del hospital pero él dice que no, que quiere ser el Jefe del Servicio de Cirugía, y entonces se hace cargo el Doctor Alonso Engabe.

Ellos van a seguir allí hasta que en el año 1938 se rompe el frente de Aragón y se empieza a aproximar la guerra a Levante. Alcoy sufre varios bombardeos y, aunque no afectaron al hospital, los dirigentes políticos tuvieron miedo y evacuaron la Escuela de Industria, que es donde estaba el hospital, y hacen dos hospitales,en Onteniente y en La Vila.

Cura oclusiva

Se llevan los enfermos y en esta situación termina la guerra.
El Doctor Bastos no huye de España, lo hacen prisionero y lo encierran en la prisión provincial de Benalúa, en Alicante. Enseguida lo dejan salir en libertad condicional. Era un personaje demasiado conocido internacionalmente para que desapareciera en aquella vorágine de los primeros momentos. El está en libertad condicional a la espera del Consejo de Guerra de los Generales. Lo acusan de auxilio a la rebelión y lo condenan a doce años y un día de cárcel, perdiendo además su condición de militar.

Ingresa de nuevo en la cárcel pero en el año 42 le conceden la libertad provisional, seguramente debido a presiones internacionales. No puede volver a Madrid porque era una de las condiciones, y además le habían incautado su casa, su clínica y un chalet que tenía en Majadahonda, con lo cual en Madrid ya no le quedaba nada.

Prisión provincial de Benalúa

Le permiten trabajar en el Servicio Quirúrgico del Hospital de Tuberculosos de Villarreal, donde permanece hasta que, en 1943, las autoridades franquistas le permiten trasladarse a Barcelona donde lo acogen estupendamente. De hecho al poco tiempo ingresa en la Real Academia de Medicina y pronuncia la conferencia «los males de los mutilados y su profilaxis«.

Tiene que trabajar en la vida civil. A la mayoría de cirujanos de guerra del bando republicano no se les permitió trabajar en la medicina pública y se dedicaron a la asistencia en la vida civil., El Doctor Bastos es de los que trabajó de forma particular y siguió investigando y publicando. En 1965 se jubiló y en un desgraciado accidente del 21 de enero de 1973, se cae por las escaleras del Liceo y muere como consecuencia de aquellos traumatismos. Está enterrado con su señora en la famosa catedral de La Almudena.

Finalizó así una conferencia que nos había cautivado desde el primer momento y nosotros finalizamos esta crónica felicitando a la Fundación Luminium por la organización del III Ciclo de Médicos en el Olvido, a la CAI-ASC por albergarlo en sus instalaciones, y al Doctor Arcarazo por habernos regalado una magnífica conferencia.

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