Curiosidades

RUTA HISTÓRICA “LOS SITIOS DE ZARAGOZA”

Imagen de la Ruta Histórica Los Sitios 2022

Para nosotros, cada mes tiene sus actos oficiales propios y noviembre alberga uno de ellos al que solemos prestar buena atención. Nos referimos a la “Ruta Histórica Los Sitios”, que anualmente organiza, la prestigiosa, querida y respetada Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza.

Se realiza el día 1 de noviembre y se trata de un recorrido, distinto cada año, que se centra generalmente en el casco antiguo de nuestra Inmortal Ciudad, y que discurre por lugares donde ocurrieron, durante los dos sitios que puso a Zaragoza el ejército imperial francés, hechos relevantes, algunos de ellos de un valor sin límites, y donde se recuerda la memoria colectiva de aquellos héroes y heroínas que nos precedieron y también de los hechos que protagonizaron.

En esta ocasión la Ruta alcanzaba su XXX edición, teniendo por título “Goya en Los Sitios de Zaragoza”, sumándose así a la larga lista de eventos organizados en 2021 por el 275 aniversario del nacimiento de Francisco de Goya y Lucientes.

Comenzó en la Iglesia de San Miguel de los Navarros con un acto al que dio inicio el presidente de la AC Los Sitios, Gonzalo Aguado Aguarón, con unas primeras palabras en las que explicó cómo esta parroquia es quizás la más importante en su vinculación con la familia de Goya y los episodios ocurridos durante Los Sitios. En ella se casaron los padres de Goya, el 21 de mayo de 1736. El primer hijo de Goya, Antonio, fue bautizado allí y el padre de Goya fue enterrado en la cisterna, pobre de solemnidad. Fueron bautizados en la parroquia de San Miguel de los Navarros, D. Ignacio de Asso, Dª Josefa Amar y Borbón, y también Tomás y Camilo, (hermanos de Goya).

Este templo se salvó sin grandes daños de los combates que en la zona se libraron, pese a estar muy cerca de la Puerta Quemada y del barrio de la Magdalena, y el hecho de que a mitad de enero de 1809 se convirtiera en objetivo del enemigo. Se trasladó la imagen de Jesús Nazareno desde los PP. Trinitarios Descalzos de la Encarnación hasta San Miguel y el altar sagrario y la imagen de la Virgen de la Merced vinieron del convento del Arrabal, probablemente del convento de Jesús.

En el espacio del coro pudimos apreciar, expuestas en un vitrina, algunas joyas del templo relacionadas con Goya y Los Sitios, como son el libro bautismal donde está registrado el primer hijo de Goya, o el cáliz con el que se celebró la misa para pedir la bendición a Palafox antes de Los Sitios, así como la Medalla de Los Sitios concedida a la parroquia por la asociación. Antes de abandonar el templo asistimos a la proyección de dos audiovisuales de gran interés.

El primero de ellos, titulado “El último viaje de Goya a Zaragoza” fue confeccionado por un grupo de alumnos del colegio de Santa Ana y narra el viaje de Goya a Zaragoza, en el período entre Los Sitios, visto desde los ojos de su ayudante y traductor. Su presentación estuvo a cargo del alumno Jacobo García, y Domingo Genzor, Vocal de la AC Los Sitios y Profesor de Historia Contemporánea en el Colegio de Santa Ana, nos ofreció una amplia exposición sobre este audiovisual, que por su extensión no podemos incluir aquí, pero que publicaremos en la versión digital del presente reportaje, en la página https://www.graorivas.es.

El segundo audiovisual muestra la ingente labor cultural desarrollada por la Asociación Los Sitios de Zaragoza desde su fundación.

Gonzalo Aguado Aguarón

Después de este bello preámbulo se organizó la comitiva para iniciar la ruta propiamente dicha. La convocatoria para este acto había suscitado gran interés y se registró una gran afluencia de público. Debido a ello la organización optó por formar tres grupos, acompañados cada uno de ellos por un relator-guía, para hacer más manejable la situación de tránsito por las calles, y facilitar una mejor audición de lo relatado.

Nosotros trataremos de hacerles llegar a ustedes, queridos lectores que nos siguen, lo que dio de sí esta visita guiada y para ello nos apoyaremos en las explicaciones del relator, en este caso Gonzalo Aguado, y en un magnífico guion preparado a tal efecto por la AC Los Sitios.

La primera parada del recorrido fue en la misma Plaza de San Miguel, a escasos metros del templo donde habíamos estado, y es que en esta plaza está una de las casas en las que vivió la familia Goya, situada en lo que se llamaba antiguamente “Bajada de Gastón” y posteriormente “Calle del Perro”. Desde el verano de 1769 hasta el verano de 1771 Goya permanece en Italia para completar su formación, viaje que marcó su trayectoria profesional. En ese momento su familia vivía en la actual Plaza de San Miguel 4, única vivienda que se conserva, y junto a su portal, una placa conmemorativa indica “CASA DE GOYA. Arquitectura popular. Siglos XVIII-XIX”.

Domingo Genzor Escolán

Se trataba de una casa de alquiler bianual porque su casa de la Calle Morería Cerrada (esquina de la actual Plaza de Salamero) la perdieron la familia Goya al no poder pagar las deudas por su reforma, que obligaron a hipotecar el inmueble y determinaron el posterior embargo de la propiedad. Debido a esas reformas fue la razón de que Goya naciera en Fuendetodos. Esta casa se reformó en el siglo XIX y en la planta calle estaría el taller de dorador del padre de Goya. Muy cerca de nosotros se hallaba la Puerta del Duque de la Victoria, erigida en 1856 en honor al General Espartero, entonces Presidente del Gobierno español, de valor ornamental. En realidad era un arco triunfal para recordar la visita del General Espartero a la ciudad, para inaugurar el ferrocarril. Fue demolida en el año 1919 y hoy hay un mural pintado como recuerdo.

Jacobo García

La torre mudéjar de la Iglesia de San Miguel albergó una campana, llamada “de los perdidos” que desde el siglo XVI tocaba 33 toques al anochecer con el fin de guiar a los que se encontraban fuera de la ciudad, en los campos y bosques, ya que era frecuente que la gente no encontrara el camino de vuelta por las nieblas y falta de iluminación. Luego se colocó una gran lámpara con espejos que hacía el papel de un faro que servía de guía, pero una tormenta de aire (cierzo) acabó con el faro en 1556.

Nos trasladamos luego a la intersección de las calles Heroísmo y Manuela Sancho, que eran objetivos fundamentales para el rápido avance francés en dirección al Coso y a la Magdalena. Allí estaba situada la Puerta Quemada, llamada así por el tono oscuro que le daba la quema de restos agrícolas para fabricar carbón. Era el lugar de reunión del gremio de los carboneros, que ennegrecían con sus braseros las fachadas de la calle.

Tras la ocupación del Convento de San Agustín (1 de febrero) desde las casas tomadas en las calles Pabostre y Quemada iniciaban la ofensiva a través de la Calle Quemada. Su objetivo era, tomar todo el barrio de la Magdalena, hasta la plazoleta del mismo nombre, en el Coso. Casi 6.000 soldados napoleónicos avanzaron al ataque por el barrio de la Magdalena. Ya veían el Coso, el Arco de la Puerta de Valencia, pero el toque de las campanas de la Magdalena y La Seo repicaron el toque de generala.

Casa de Goya en Zaragoza

De nuevo, un frío 1 de febrero los vecinos de Zaragoza respondieron y desde las bocacalles y casas dispararon sobre la infantería imperial. Una gran muchedumbre (algunas fuentes hablan de 200; otras de 800) con numerosas mujeres como Manuela Sancho y clérigos, con fusiles, espadas, bayonetas, y navajas, cogieron a los franceses por sorpresa y los expulsaron de esa calle, haciéndoles perder varias casas de la Calle Pabostre, que había sido ocupada días antes. Por este motivo, esta calle pasó a llamarse del Heroísmo. A mitad de febrero de 1809 un tramo de acera aún resistía en manos de los defensores.

Entre 1766 y 1768 la familia de Goya está localizada en el número 3 de la actual Calle Heroísmo, una vivienda situada en un lugar céntrico, muy cerca de donde estaba entonces la Universidad. Mientras el pintor estaba fuera de España, su familia se trasladó a otro edificio, actualmente en la Calle de Heroísmo 49, donde vivió en 1770 y 1771. No consta que Goya viviera en él, pero bien pudo hacerlo durante unos meses tras su regreso de Italia.

La próxima parada la hicimos en el Coso, a la altura del Seminario de San Carlos, que voló en pedazos por una explosión el 27 de junio de 1808. Tuvo lugar una explosión del almacén de pólvora en el Seminario de San Carlos, causando estragos en la mayor parte de las casas de enfrente del Coso y calles inmediatas, en cuyas ruinas perecieron casi todos sus habitantes, entre ellos varios directores del Seminario y el Comisario de Guerra don Pedro Aranda con toda su familia.

Las necesidades de fabricación de cartuchos de fusil obligaron a realizar diversos transportes de pólvora desde el Seminario de San Carlos a distintos conventos. Sobre las tres de la tarde al manipular varios barriles, en un acto imprudente, la chispa de un cigarro probablemente provocó la explosión del polvorín, que almacenaba de 20.000 a 30.000 libras de pólvora, instalado en el Seminario Conciliar.

Seminario de San Carlos

El edificio voló por los aires y la onda explosiva destruyó las manzanas de casas contiguas a la calle del medio, entre ellas la casa del Coso 132 donde vivió Goya entre 1762 y 1766, ocasionando también muchas víctimas. Las imágenes fruto de las sucesivas explosiones que afectaron a diversas casas de la ciudad, sobre todo durante el Segundo Sitio, sin duda tocaron la fibra sensible de Goya y las utilizó para realizar el dibujo preparatorio que empleó posteriormente para elaborar el Desastre nº 30, Estragos de Guerra. En este grabado Goya ha representado los efectos de un bombardeo en el interior de una casa.

Desastre nº 30 “Estragos de Guerra” (Goya)

Todo ha quedado en estado ruinoso tras la explosión: las vigas del techo se caen, los muebles están desordenados y a los cuerpos amontonados se añade uno más que parece estar precipitándose por la deflagración. Goya ha creado un espacio oscuro, quizá como alusión a que este acontecimiento está teniendo lugar de noche lo que habría sorprendido a los moradores de la casa vestidos con camisones. Las posturas descontroladas de los cuerpos sin vida, las expresiones de los rostros con las bocas abiertas y el caos en el interior de la habitación generan un ambiente desolador. Este grabado ha de ser relacionado con otra escena catastrófica de la serie los Desastres de la guerra, la nº 41, Escapan entre las llamas.

Sabemos por Alcalde Ibieca que a lo largo del mes de noviembre de 1808 Goya, aparte de dibujos, preparó dos bocetos, y en uno de ellos representó el hecho de arrastrar los muchachos, en el choque del 4 de agosto, por las calles del Coso, los cadáveres franceses, como se observa en el Desastre nº 29, Lo merecía. En él, una pareja de hombres tira de una cuerda en cuyo extremo está atado un cuerpo desnudo de cintura para abajo, posiblemente un cadáver.

Desastre nº 29 “Lo merecía” (Goya)

Detrás les sigue la muchedumbre enfervorizada capitaneada por un hombre que alza en su mano una vara.

La siguiente vivienda, algo más cómoda, que pudo encontrar la familia de Goya se ubicaba en lo que hoy sería el Coso 132. Allí estuvo la familia entre 1762 y 1766. En palabras de José Luis Ona “esta zona del Coso y las calles adyacentes pueden considerarse el barrio goyesco de la ciudad”.

En 1774 su familia regresó de nuevo al Coso 128. De esta casa se conserva la bodega, que eran los baños judíos. En esta casa nació su primer hijo, Antonio. Desde aquí salió hacia Madrid con su mujer y su hijo Antonio que murió pronto.
En esta zona se distinguió uno de los héroes de Zaragoza, llamado Andrés Gurpide, que tiene cerca de allí una calle dedicada, bocacalle con Pomarón. Este Andrés Gurpide fue famoso porque debía de tener muy buena puntería, lo que hoy llamaríamos un francotirador, y en cuanto le veía a algún enemigo el plumero, entonces los soldados llevaban plumero, donde ponía el ojo ponía la bala, como suele decirse. Curiosamente, Andrés Gurpide, cuando la ciudad capituló él hizo juramento a José 1º, es decir que se pasó al bando de los franceses. Pero el hombre debía de tener gran facilidad de cambio de chaqueta y, cuando se libera Zaragoza, de nuevo aparece en la lista de la nueva corporación municipal de los que liberan la ciudad.

Estuvimos también en la calle Asalto, llamada sí porque fue asaltada por los franceses. Un poco más abajo hay una placa dedicada al Coronel Sangenis, que murió en los últimos días de Los Sitios de Zaragoza cuando se asomaba para ver los movimientos de los franceses. Más adelante se ven los restos del molino de Goicoechea, donde los franceses hicieron brecha. No podíamos pasar por alto la calle dedicada a Manuela Sancho, una de las más famosas defensoras de Zaragoza, que llegó a una gran longevidad.

En aquellos tiempos Manuela Sancho era una chica muy joven que apenas tenía 20 años, y se convierte en una defensora de Zaragoza muy singular. Ella empezó, como todas las demás mujeres, aportando bebidas, llevando pólvora y atendiendo a los heridos. Pero acabará empuñando las armas, disparando cañones y disparando fusiles como el mejor de los héroes. Manuela Sancho quizás sea la heroína por excelencia, aunque Agustina de Aragón se llevó el mérito, mítico y legendario, de haber disparado ese cañón, en esa figura que todos tenemos grabada. Manuela Sancho, al final fue herida en los combates por un disparo cerca de la ingle. Quedó inconsciente pero, como en aquellos momentos estaba muriendo tanta gente, la dieron por muerta y la amontonaron aquí, en un montón de muertos, de gente desnuda. Ella recuperó la consciencia, se dio cuenta de que estaba metida en un montón de cadáveres, consiguió salir de allí, desnuda, y llegó hasta gente que la pudo atender y salvó su vida.

Luego tuvo una vida muy longeva, de hecho es la única heroína de Los Sitios que tiene una fotografía, porque llegó hasta la época de la fotografía. Además tuvo el reconocimiento de la gente, porque muchos héroes y muchas heroínas también de Zaragoza, como Casta Álvarez, murieron en la pobreza porque la gente se olvidó de ellas y nunca recibieron el pago suficiente por todo lo que habían hecho.

Manuela Sancho, al sobrevivir a la generación de los hijos y nietos de los defensores de Zaragoza, vivió una circunstancia diferente y es que, posiblemente, la generación que vivió el trauma de Los Sitios, cuando terminó todo, lo que realmente quería era olvidar y no recordar Los Sitios de Zaragoza. Pero sus hijos y sus nietos empezaron a quedarse admirados de que sus padres y abuelos hubieran estado luchando en Zaragoza contra Napoleón y que hubieran tenido la valentía y el coraje de defender Zaragoza.

Manuela Sancho, Heroína de Los Sitios

Entonces son los que empiezan a ensalzar a los defensores de Zaragoza. Se dan cuenta de que vive todavía Manuela Sancho y la rondan los mozos cuando salen de ronda o, por ejemplo, cuando salían de maniobras los ingenieros o la caballería, al pasar por su ventana le rendían honores como si fuera un general, le hacían Vista a la Derecha, y salía ella a saludar. Era un personaje muy querido en Zaragoza y cuando murió la gente asistió masivamente a su entierro. Actualmente sus restos descansan, junto con los de Agustina de Aragón y Casta Álvarez, en el panteón de las Heroínas de la Iglesia del Portillo.

Antes de continuar el recorrido, intervino el Presidente de la Asociación de Vecinos de San Miguel para explicar que San Miguel tenía dos puertas de la ciudad, la Puerta Quemada y la Puerta del Duque, pero nunca a la vez. Reseñó que en la Puerta Quemada se quemaban también los cadáveres de los ajusticiados cuando estos no eran enterrados en San Pablo. Acerca de la Calle Heroísmo, que va en línea recta hacia otra puerta de la ciudad, el Arco de Valencia, explicó que estaba ocupada por los franceses en su parte derecha y se defendió de tal forma y se produjo tal destrucción que, cuando vino en una visita Fernando VII a ver cómo había quedado la ciudad, dijo: ¡que heroísmo!, y a partir de entonces quedó con ese nombre.

De nuevo tomó la palabra Gonzalo Aguado, para completar la explicación, ya que este fue el punto culminante de los combates, que se hacían casa por casa y habitación por habitación. Los testimonios que hay de los combates son horripilantes y los franceses tenían un gran desgaste.

Cuando entraban en una casa les hacían agujeros en las paredes y desde las habitaciones contiguas les disparaban.

Si tomaban una habitación, los otros subían al piso de arriba y al subir los franceses las escaleras volvían a tener bajas, e iban luchando habitación por habitación. Luego pasaban al tejado, desde allí saltaban a otra casa y otra vez vuelta a empezar. Se producían tantas bajas que finalmente los franceses optaron por hacer la “guerra de minas”, que era más sencillo aunque también trabajoso. Hacían un agujero subterráneo, ponían toda la pólvora que podían y volaban la casa con todos sus defensores.

Al recorrer estas calles recordamos el ambiente de la época, la Calle de Los Clavos, la Calle del Rincón, que conservan todavía el espíritu de aquellos años. Los combates aquí fueron tan duros que ni siquiera cuando terminaron Los Sitios se había llegado a conquistar toda la calle.

Ruta Histórica Los Sitios 2022 (II)

Vimos la calle de Policarpo Díaz, que fue uno de los defensores de Zaragoza, y escuchamos como Gonzalo Aguado nos explicaba que el deseo de los franceses cuando entran en Zaragoza era conseguir llegar al Coso, a alguna calle lo suficientemente ancha para que su superioridad militar pudiera servir de algo pues de poco sirve tener un ejército muy poderoso si al final tienes que meterte en calles muy estrechas y tienes que estar combatiendo como en la Guerra de las Termópilas, luchando los de delante con los que van detrás.

Su deseo realmente es llegar al Coso y, efectivamente, cuando ya llegan al Coso es cuando está muy cerca el final de Los Sitios. Cuando capituló Zaragoza no se habían llegado a conquistar todas las casas de la calle Heroísmo.

Fue una guerra muy sangrienta y eso lo representa Goya en el grabado “Lo merecía” donde vemos como se arrastraba el cuerpo, el cadáver, de un francés que lo van llevando por las calles. Esto ocurrió muchas veces, estamos hablando de una guerra muy salvaje, de una guerra muy cruel, donde se cometieron actos que hoy consideraríamos deshumanizados. En el primer asalto de los franceses, el día 15 de junio, en lo que llamamos la Batalla de las Eras, unos franceses consiguen entrar por la Puerta del Carmen y querían atravesar las calles que llevan hacia la plaza de toros, llegar a la Puerta del Portillo y coger a sus defensores por detrás.

Pero cuando llegan al mercado, que está al otro lado de la plaza de toros, las mujeres, al ver que están ahí ya los franceses, cogen los puñales y cuchillos y se lanzan a matar a los caballos y los jinetes se encuentran con un ataque en unas calles estrechas, que no se imaginaban. Les empiezan a caer cosas por las ventanas y los tejados y al final son reducidos. A Palafox le presentan los restos de un francés, que se lo llevaron arrastrando, y el propio Palafox queda horrorizado, pero la gente en esos momentos está loca, luchando contra el invasor.

Llegamos a otro de los puntos relacionados con Goya. La casa original ya no está y en su lugar hay un edificio donde se encuentra la Casa de León. Los contratos eran bianuales y se pagaban por los solsticios, es decir se pagaba para San Juan o cuando llegaban las Navidades. Casi el cuarenta por ciento del patrimonio inmobiliario lo tenían Órdenes religiosas y parroquias, y se les pagaba a ellos cada seis meses.

La familia de Goya, que eran artesanos, tenían una casa importante en la calle Morería. Esta casa debía estar en muy mal estado y con motivo de sus reformas la familia de Goya se vio obligada a trasladarse momentáneamente a Fuendetodos y por eso Goya nació allí.

Posteriormente vuelven a la calle Morería, la casa ya está arreglada, pero la situación económica de la familia no es muy boyante. José de Goya, el padre de Goya, intenta coger todos los pedidos que puede, incluso trasladándose a otras localidades del Alto Aragón. Pero realmente está endeudado y pierde la casa, lo cual es un descrédito terrible para un artesano. Las dos familias de Goya, la de Goya y la de Lucientes eran familias de infanzones, por lo tanto el perder la casa era una humillación.

Vimos después la Iglesia de la Magdalena, y los sitios donde estaban la antigua Universidad y el Arco de Valencia. Cuando llegaron los franceses allí, después de haber atravesado estas calles, que les costó prácticamente un mes, ya disponía del Coso y, aparte en aquellos momentos lo que era la epidemia del tifus exantemático estaba provocando estragos en Zaragoza. Ahora que nosotros conocemos lo que es una pandemia, nos podemos imaginar el horror que suponía el que, cada día, murieran un mínimo de 300 personas solamente del tifus, de la epidemia, más aparte los de los combates. En medio de esta situación caótica, no se conocía en aquellos tiempos cómo se transmitía el virus, que se transmitía por los piojos, que mordían la sangre y a partir de ahí pasaban la enfermedad y se iba transmitiendo.

Como era invierno, que iban pasando las ropas de unos a otros y encima estaban hacinados, pues la epidemia era terrorífica y fue realmente lo que acabó con la fuerza de los defensores. Si no hubiese habido epidemia, a lo mejor la historia habría sido muy diferente.

Continuamos hacia el Seminario de San Carlos, lo que antiguamente habían sido los Jesuitas y donde luego había un colegio. Cuando comenzaron Los Sitios de Zaragoza lógicamente una de las necesidades más importantes era la de pólvora, y la pólvora había que fabricarla diariamente. Entonces se construyeron varios polvorines para la construcción y almacenamiento de la pólvora y uno de esos lugares fue los subterráneos de ese colegio. Por desgracia se produjo un fatal accidente que provocó una explosión que voló el Seminario de San Carlos y estremeció toda Zaragoza, e incluso los franceses, cuando lo vieron, se quedaron atónitos.

Ahí había dos casas en las que, en otros momentos, había estado Goya, y el propio Goya cuando viene a Zaragoza en este viaje entre Los Sitios se hospeda en una de sus antiguas casas, donde no había ni siquiera ventanas.

Precisamente el conocimiento de esta destrucción tan terrorífica del Seminario de San Carlos inspira a Goya para el Desastre en el que se ven a las mujeres cayendo como desde una ventana.

Fotograma de la película “Cenizas” de Wajda

Este grabado muestra un poco el salvajismo, la destrucción, la muerte que él se imaginó, porque él no era testigo visual de lo que había supuesto semejante explosión y semejante destrucción. Posteriormente este grabado también fue reinterpretado por un director polaco de cine, que se llamaba Andrzej Vajda, y que hizo una película polaca sobre Los Sitios de Zaragoza. En esa película ponía que las mujeres luchaban contra los franceses y contra los polacos que estuvieron en Zaragoza, y en una escena los polacos cogen a las mujeres que intentaban matarles y las tiran por el balcón abajo. Esta es una de las imágenes que traumatizó a Goya en ese recorrido cuando le fueron contando todas las cosas que habían pasado y cuando fue viendo el horror durante ese viaje, hasta que tuvo que volver precipitadamente a Madrid porque de nuevo el ejército francés volvía a atacar. El propio Napoleón había entrado en España para recuperar todo lo que se había perdido.

Supimos que entre los portales 126 al 134 del Coso había dos casas que fueron habitadas por la familia de Goya en diferentes momentos. Una de ellas corresponde con los baños judíos, que están debajo y que no se pueden visitar aunque el Ayuntamiento tiene un gran deseo de que puedan visitarse próximamente.

Otra de las cosas que causaron gran dolor a Goya, y así se lo describe a Martín Zapater es la destrucción de su propia obra. Por ejemplo, Goya había hecho unas pinturas muy bonitas en la Iglesia de San Fernando, en Torrero, enfrente de San Antonio, y esas pinturas desaparecieron. Los franceses las utilizaban como toldo porque estaban impermeabilizadas. Lo contaba esto Lejeune, que era un Coronel francés pero que había sido toda su vida pintor, y veía con horror como los franceses arrancaban los cuadros de las iglesias, les hacían un agujero en medio y se lo ponían de poncho impermeable para protegerse de la lluvia. Así, algunos cuadros de Goya desaparecieron pero de todas formas algunos de los bocetos de esos cuadros están localizados en museos, por ejemplo en Argentina.

Al subir por el Coso, vimos el Hotel Zentro, que fue el Palacio del Conde de Aranda, que todavía conserva algunas de sus columnas y donde también se descubrieron restos de la antigua cloaca romana, que se pueden contemplar desde arriba. Y antes de que desaparezcan, también pudimos ver, en la esquina del Coso, los restos de una especie de fortificación, un torreón, de los judíos, que protegía el barrio de la Judería.

Cerca de allí, en la Calle Rufas, también hubo una casa donde vivió Goya en alguna de sus etapas. Desde la Calle Rufas hasta la Plaza de España, toda esa zona pertenecía al Hospital de Nuestra Señora de Gracia, que era uno de los centros hospitalarios más grandes de Europa. El complejo tenía varios hospitales especializados en enfermedades mentales, niños, y otros. Eran unas instalaciones tremendas y, por lo visto, en la Calle Rufas había como una especie de casino que también pertenecía al hospital y que servía para tener alguna ganancia económica. No era un casino como los de ahora, sino un centro para jugar a las cartas y al billar, pero con lo que se ganaba se ayudaba también al hospital.

Mostró Gonzalo Aguado otro de los grabados que habíamos visto representados, de unos combates especialmente duros, donde se ve las mujeres luchando contra los franceses, incluso se llega a ver una mujer que lleva en brazos a su hijo. No se ve locura tan grande como esa y aún así se ve a las mujeres luchando, una de ellas con un cuchillo.

Desastre nº 5 “Y son fieras” (Goya)

Estamos hablando de unas escenas que los franceses no habían visto jamás en su vida. En aquel entonces se consideraba que la guerra ocurría en un campo de batalla, donde un ejército luchaba contra otro ejército, pero no se imaginaban, esto que minó la moral de los franceses, al ver que esto era una guerra total, donde luchaban hombres, mujeres, niños, ancianos, gente de la clase alta, de la clase baja, todos luchando aquí, casa por casa. Era lo más alejado a la guerra que ellos habían pensado antes de venir aquí.

Se nos enseñó otro grabado, que también habíamos visto en el audiovisual, que muestra las consecuencias tan graves de la epidemia de Zaragoza, cómo se iban amontonando los cadáveres. Al final de Los Sitios de Zaragoza ya no hay manos para enterrar a los muertos y los cadáveres se amontonan, son todo montones de cadáveres desnudos en cualquier parte. Al principio la gente los llevaba a las iglesias y los empiezan a amontonar a sus puertas, pero finalmente donde caen ahí se quedan.

Zaragoza capituló el 21 de febrero, y hasta el 5 de marzo no entró el mariscal francés en Zaragoza porque ordenó que antes se retirasen todos los cadáveres.

Vimos otro cuadro de Goya donde muestra el manicomio, que es una de las obsesiones de Goya en sus pinturas y en sus grabados. Aquí muestra un manicomio donde los locos van desnudos, les ponen cosas en la cabeza, también ellos se disfrazan, parece una imagen sacada del infierno, parece una auténtica pesadilla, pero precisamente lo que muestra es algo diferente a lo que ocurría aquí, donde había en realidad un tratamiento especializado para este tipo de enfermos.

Las columnas que se ven en el grabado son las ruinas del monumento de la Santa Cruz, que era un monumento muy importante de la devoción cristiana de Zaragoza, porque estaba aquí la Santa Cruz, en el lugar donde habían sido martirizados los Innumerables Mártires de Zaragoza durante las persecuciones de Daciano, en la época romana. Les dijo a los cristianos que podían salir por aquí, que no les pasaría nada, pero salieron por allí, por la Puerta Cinegia, los mataron, los quemaron y luego sus cenizas las mezclaron con las de presos para que no fueran veneradas, por eso se llaman Las Santas Masas. Aquí hubo también muchos combates durante Los Sitios de Zaragoza y aunque se destruyó el monumento de la Santa Cruz, posteriormente se construyó este monumento que también tiene una cruz arriba, y que es el monumento de los Héroes de la Patria y de la Religión. El Ayuntamiento de Zaragoza tiene la tradición, desde hace muchísimos años, de poner flores en este monumento. Sin embargo, durante algunos años, la anterior corporación suspendió esta costumbre de poner flores, pero se ha solicitado al Ayuntamiento que retome de nuevo la tradición y, con motivo del 3 de noviembre, que es el Día de los Innumerables Mártires, se volverán a poner flores.

Estábamos también junto al actual Teatro Principal, levantado justo enfrente del Coliseo de Comedias, que pertenecía al Hospital de Nuestra Señora de Gracia, y por ello se reprodujeron las figuras en su frontispicio, que existen en la actualidad.

La noche del 12 de noviembre de 1778, durante la representación de “La Real Jura de Artajerjes” por una compañía de operistas italianos, el gran Coliseo o Teatro de Zaragoza ubicado en el Coso e inaugurado nueve años antes ardió por los cuatro costados. La causa fue una imprudencia con una vela por parte de los operarios que manejaban los bastidores.

Imagen del Coliseo de Comedias en llamas

Murieron 77 personas y otras 52 resultaron heridas, lo que para una ciudad que entonces tendría alrededor de 40.000 habitantes, fue una catástrofe de enormes magnitudes. La función del día 12 era de gala, por lo que estaban en el teatro las primeras autoridades de la ciudad. Murieron entre otros el Gobernador y Capitán General, tres Regidores de la ciudad, el Secretario del Ayuntamiento, el Conde de Arqillo.., y se salvó de milagro el propio Sebastián y Latre, que fue sacado del teatro entre un “fiel criado” y dos “honrados vecinos”.

No estábamos lejos de la actual Diputación Provincial de Zaragoza, que muestra en su fachada una placa recordatoria de que ahí estaba el Convento de San Francisco, que fue volado por los franceses durante los combates. Era el convento como un bastión tremendo y los franceses, como ya tenían experiencia y sabían que no se podría conquistar al asalto, lo que hicieron fue volarlo.

La sangría fue tan grande que los caños en vez de llevar agua llevaban sangre. Luego, cuando los franceses consiguen llegar, durante el Primer Sitio, después de cuatro días de bombardeo, el 4 de agosto llegaron aquí, a la Plaza de España y pensaron que ya habían conquistado Zaragoza. Entonces se dividieron en tres grupos. Unos se metieron por “El Tubo” y fueron neutralizados en su laberinto de calles estrechas, por eso hay una calle en El Tubo que se llama “del 4 de agosto”.

Otro grupo se fue hacia el mercado central, en el que había muchas tiendas y tenderetes. Los franceses se pusieron a robar y a saquear, porque uno de los derechos que tenían los asaltantes era el de saqueo. Pero los combates no habían terminado y, mientras se entretenían saqueando, perdieron un tiempo precioso durante el cual se pudieron reorganizar los defensores y neutralizarlos. Y finalmente, otra columna de aquel 4 de agosto, se fue al Coso Bajo, de donde veníamos nosotros, y ya casi no quedaban defensores para neutralizar esa columna. Entonces tocaron las campanas de las iglesias para que salieran las mujeres, los frailes, los ancianos, los niños, y todos, a combatir, consiguiendo detenerlos en El Coso, con lo cual en aquel 4 de agosto el ataque francés fracasó y 10 días después los franceses tuvieron que abandonar Zaragoza porque no pudieron conquistarla.

Estábamos ya al inicio de la Calle Alfonso, que no es una calle que se hiciera antiguamente. Había una callecilla, lo más parecido a la Calle Alfonso, que se llamaba la Calle del Trenque, que ni siquiera iba recta hacia El Pilar. A finales del siglo XIX se diseñó esta calle, para lo cual hubo que expropiar muchas casas, y también se diseñó al mismo tiempo la cúpula de su inicio, que no existía en tiempos de Goya, para hacer una avenida principal que llevara al Pilar y que además diera esta visión tan bonita y espectacular. Aquí en la Calle del Trenque, más o menos a mitad de calle, esquina con El Coso, había una de las casas en las que vivió Goya en su infancia, y aquí se dice que tuvo gran amistad con Martín Zapater.

Hay una discusión acerca de si fueron, o no, alumnos de las Escuelas Pías. De esto, la única referencia que hay es en una carta en la que Goya le dice a Zapater, ¿te acuerdas de las trastadas que le hacíamos al Padre Joaquín?, y efectivamente en Escolapios había un Padre Joaquín.

A las puertas de la Iglesia de San Miguel de los Navarros

Uno de los deseos de Goya era presentarse a un concurso que le diera la posibilidad de ir a estudiar a Roma. Gracias a eso emprende su viaje a Roma, donde estuvo prácticamente dos años. Un viaje que realizó Goya a pie, desde aquí hasta Italia, saliendo desde la Puerta del Ángel y cogiendo el camino de Alfajarín hasta Barcelona y de allí pasar a Francia. La etapa de Italia fue una época muy fructífera que dio a Goya una finura especial, y cuando volvió ya era una persona muy respetada. Hay algo muy curioso, José de Goya, el padre de Goya, Maestro Dorador, nunca fue considerado Don, y sin embargo Goya, joven, cuando vuelve de Italia ya lo tratan de Don, ya tiene un cierto reconocimiento. Aparte hay algo curioso también, cuando vuelve de Italia se cambia el apellido y se pone el “de” delante, ya no es Francisco Goya sino Francisco de Goya, y empieza a ser registrado con ese nombre.

El recorrido de la XXX Ruta Histórica Los Sitios se prolongó un poco más, hasta llegar al edificio donde antiguamente se levantaba la casa de la familia de Goya, en la Calle Morería, donde en 1928 el Alcalde de entonces Mariano del Pano puso una placa conmemorativa. A día de hoy desapareció la casa y desapareció la placa.

Finalizamos aquí nuestra crónica y, desde estas sencillas líneas de los Reales Tercios de España, felicitamos a la Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza, en la persona de su Presidente, Gonzalo Aguado Aguarón por habernos regalado una vez más un magnífico viaje por la historia de nuestra Inmortal Ciudad.

 

PREÁMBULO

Ligado al reportaje anterior, les ofrecemos ahora, queridos lectores que nos siguen, un magnífico audiovisual titulado “El último viaje de Goya a Zaragoza”, elaborado por un grupo de alumnos del Colegio de Santa Ana de Zaragoza.

Contamos con la extraordinaria colaboración de D, Domingo Genzor Escolán, uno de los principales impulsores del proyecto y profesor del citado colegio, que nos aporta la extensa y acertada introducción que detallamos a continuación, referida al audiovisual.

RUTA 1 DE NOVIEMBRE DE 2021

INTRODUCCIÓN EN LA IGLESIA DE SAN MIGUEL: “EL ÚLTIMO VIAJE DE GOYA A ZARAGOZA”

Como profesor de Historia y gran admirador de la obra de Goya sentía que tenía que celebrar con mis alumnos el 275 aniversario del nacimiento de Goya; un genio excepcional, que cambió la forma de ver el arte, la sociedad, la política…, y, lo que es el motivo de este trabajo, la guerra. Sin duda, el primer gran cronista de la guerra.

Propuse a los alumnos de 1º Bachillerato de Ciencias Sociales del Colegio Santa Ana realizar un trabajo de investigación sobre un período de la historia poco conocido, que es cuando el general Palafox llama a Goya al finalizar el Primer Sitio para que venga a Zaragoza y elabore una serie de bocetos de las ruinas, de cómo había quedado la ciudad y escenas que habían ocurrido durante aquel primer asedio. También llamó a Juan Gálvez y Fernando Brambila que realizaron la colección de las láminas Ruinas de Zaragoza.

La segunda parte del trabajo consistía en que los alumnos, basándose en la información anterior debían realizar un cortometraje sobre este acontecimiento.

El trabajo lo presentaron al premio de investigación en la categoría de jóvenes menores de 25 años, que convoca anualmente la Asociación Cultural los Sitios de Zaragoza y que otorga la Academia General Militar, obteniendo el premio y el honor de proyectar en el aula Magna del Paraninfo el audiovisual.

Como título le pusimos “El último viaje de Goya a Zaragoza” porque seguramente fue el último viaje que hizo.

Nos dimos cuenta que la información sobre el citado viaje y de la vida de Goya en los años de la Guerra de la Independencia es muy escasa. La muerte de Martín Zapater en 1803 nos ha privado de conocer una visión precisa de los acontecimientos políticos y de la guerra.

Sabemos que en los años previos a la guerra estaba en el cénit de su carrera. Era el pintor de Cámara y entre 1803 y 1807 debió elaborar al menos unos treinta retratos de personajes influyentes, entre los que destacan el retrato colectivo de la familia real de Carlos IV, el retrato de la Condesa de Chinchón, las Majas… Era un hombre urbano y moderno, una persona conocida que disfrutaba del bienestar y la prosperidad familiar.

No obstante, su estado de salud no le acompaña. En el momento en el que Palafox llama a Goya tiene 62 años; un auténtico anciano para esa época, estaba completamente sordo y se comunicaba por la lengua del alfabeto manual con la ayuda de los dedos de la mano derecha. Además tenía algunos problemas con la vista y padecía, entre otros achaques, de artralgia.

Ante el estado de salud que presenta nuestro pintor, necesita de alguien de su plena confianza que le acompañase para traducir las conversaciones a Goya. Eligió a su joven alumno de dibujo LUIS GIL RANZ, que entonces tenía 21 años recién cumplidos. Destacaba en el dibujo y en caligrafía.

No hay unanimidad de cuando fue el viaje de Goya a Zaragoza, pero todo parece indicar que Luis Gil Ranz y Goya salieron de Madrid antes del 8 de octubre, y que tardarían más tiempo del habitual en llegar a la ciudad. En circunstancias normales un viaje entre Madrid y Zaragoza podría llevar unos siete u ocho días, pero las circunstancias bélicas y el estado de salud de Goya en aquel momento haría necesario realizarlo en más tiempo. Permanecieron en nuestra ciudad hasta finales del mes de noviembre, sin que tengamos datos de una fecha exacta.

Está fuera de toda duda de que sentía y quería a Zaragoza. En esta ciudad vivió desde que tenía un mes de vida. Zaragoza siempre la tuvo en su corazón. Su infancia y juventud tienen lugar en Zaragoza, salvo las estancias breves en Madrid (1763 y 1766) y en Italia (1769-1771).

En sus recuerdos, Zaragoza era “la Florencia de España”, una ciudad con gran número de conventos, palacios y monumentos… Además en el siglo XVIII había sido la expresión de una sociedad ilustrada de cierto dinamismo. En España, sólo Madrid ofrecía mejores oportunidades a un artista: Mecenas preocupados por el desarrollo de las artes, como la familia Pignatelli o los Villahermosa, importantes proyectos económicos y culturales como el Canal Imperial de Aragón y la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País…

Aquí conoció a personas, que dejaron una huella imborrable en su vida tanto a nivel personal como artístico. Cabe destacar a los zaragozanos Martín Zapater y Juan Martín de Goicoechea, los pintores Francisco Bayeu y Manuel Eraso, los escultores Juan Adán y Carlos Salas y el arquitecto Agustín Sanz.

Desconocemos con exactitud cuántas escenas contempló ni sabemos los lugares que visitó durante su estancia, pero de lo que estamos seguros es que lo que Goya vio le causó un hondo pesar, una profunda tristeza y mucho dolor. La ciudad acababa de salir de un terrible asedió que duró desde el 15 de Junio al 13 de Agosto de 1808. Pudo contemplar una ciudad que describe a la perfección Ignacio Jordán de Asso, aragonés ilustrado: humanista, jurista, economista, naturalista… al finalizar el primer sitio.

“El estado en que ha quedado esta capital por la crueldad con que, contra toda ordenanza y derecho de guerra, han procurado arruinarla los pérfidos enemigos, exige alguna detención. Sin contar con los muchos edificios que el bombardeo derribó hasta los cimientos, la calle del Coso está sobremanera desfigurada, pues el humo y los infinitos agujeros que hay en las fronteras ya de las balas de fusil, ya de las de cañón, con varias casas que están todas destruidas, presenta todo el aspecto más triste. Enseguida se encuentra el respetable y magnífico monumento de la Cruz del Coso enteramente echado por tierra… La iglesia y caserío dilatado del santo Hospital no conservan sino algunos arcos y el frontispicio. El monasterio de Santa Engracia, que podía competir con el primero no es más que una montaña de escombros… Las torres, huertas, olivares y cuanto circunda la ciudad, todo se ve aniquilado y hecho astillas”.

Aquel viaje que Goya realizó a Zaragoza fue sin duda su principal fuente de inspiración para realizar la serie de los desastres de la guerra. Todo lo que vio tanto en Zaragoza como en el trayecto, lo que le contaron…, le cambió, le transformó profundamente.

Basta detenerse en las palabras que eligió para dar título a su colección: “Fatales consecuencias de la sangrienta guerra de España con Buonaparte y otros caprichos enfáticos”. Fue la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando la que le dio el nombre a la serie de Desastres de la guerra en 1863 al realizar la primera edición en Madrid, 35 años después de muerto el autor.

Muchos grabados de esta serie están basados directamente en los episodios que aquí ocurrieron, como el desastre nº 29 lo merecía: sucesos ocurridos en la calle del Coso el 4 de Agosto, el desastre nº 30: Estragos de Guerra, desastre nº 41, Escapan entre las llamas…

Otros grabados muestran a las mujeres como  protagonistas: Las mujeres dan valor, Qué valor, Y son fieras.

Las fuentes citan como Zaragoza se convirtió en un vasto cementerio como lo demuetra en los grabados nº 62 las camas de la muerte, nº 63 Muertos recogidos y nº 64 Carretadas al cementerio.

La derrota de Castaños en Tudela el 23 de noviembre de 1808 y el peligro que suponía quedarse en Zaragoza por temor a quedar cercados, Gil Ranz y Goya parten hacia Fundetodos. Allí fueron acogidos por su hermano Tomás Goya y su familia.

En el viaje de regreso atravesaron diversos pueblos de Aragón como Cariñena, Daroca…, y de Castilla. El hecho de utilizar el lenguaje de signos entre ellos “se creyó que eran espías y tuvieran que refugiarse al pueblo natal de Gil Ranz, Renales, y esperar para trasladarse a Madrid”.

 Hay fuentes que sitúan la llegada a Madrid el 23 de diciembre de 1808, una vez reinstaurado como  Rey de España, Jose I Bonaparte por su hermano Napoleón. Otros investigadores consideran que su llegada pudo terminar en la primavera de 1809.

Teniendo como base histórica esta investigación los alumnos de 1º Bachillerato realizaron un CORTOMETRAJE, en la que el alumno Jacobo García ejerció de Director, preparó el guion y ejerció de narrador, poniéndose en la piel de Luis Gil Ranz. Se fijen especialmente cuando salen los grabados Y son fieras, Qué valor, en la que los alumnos recrean esos dos desastres.

Domingo Genzor Escolán, profesor de Historia del Mundo Contemporáneo de 1º Bachillerato del Colegio Santa Ana de Zaragoza

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